LA CALZADA ROMANA

Dando un “breve” salto en el tiempo de “tan sólo” tres a cuatro mil y pocos años, y ahorrándonos la descripción de breve ya que es un concepto igualmente relativo 😊, llegaremos a la época de los romanos, que con su inmenso poderío militar pero, qué duda cabe, con un aporte cultural gigantesco, captaban adeptos donde fuera que llegaran. Desarrollaron en la península ibérica un entramado de vías romanas de nada menos que unos 40.000 Km según nos describe maravillosamente D. Pau Soto, historiador/Arqueólogo del Institut Catalá d’Arqueología Clássica (ICAC), en su Historia de la movilidad en la península ibérica a través de las vías Romanas. Una de ellas transcurre paralela al joven río Guadiana y por ende cruza nuestra finca, PAGO LOS CERRILLOS. De ella quedan pocos pero algunos restos de su trazado.

 

EL MAPA DE HISPANIA

En el caso de Hispania, las primeras calzadas levantadas por los romanos, fundamentalmente de uso militar, se remontan a en torno el año 120 a.C en la zona de Cataluña. A medida que fueron conquistando la Península, dieron forma a una imponente red de infraestructuras viarias, como se puede apreciar en el mapa elaborado por Pau de Soto. Algunas de las más importantes fueron la Vía Augusta, de unos 1.500 kilómetros y que iba desde Cádiz hasta los Pirineos bordeando el Mediterráneo, o la Vía de la Plata, desde Augusta Emerita (Mérida) hasta Asturica Augusta (Astorga).

Otro elemento epigráfico fundamental para conocer los trazados de las carreteras romanos son los miliarios, unas columnas cilíndricas de piedra de entre 2 y 4 metros de altura que indicaban el número de millas existentes desde su emplazamiento, sobre todo en puentes, en los templos cercanos o en los arcos monumentales de entrada a las ciudades, hasta el punto de origen de la vía donde se encontraban, que generalmente partía de una localidad. También podían indicar la distancia a una bifurcación de caminos o a un accidente geográfico.

Además, algunos de esos miliarios, que eran como una suerte de señales de tráfico antiguas, indicaban el nombre de la autoridad que promovió la construcción o reparación de la vía y, por lo tanto, la época de su realización. A partir de esta información, en Hispania el mayor volumen de construcción de calzadas se registró cuando Trajano y Adriano, nacidos en Itálica, fueron nombrados emperadores. «Hicieron aquí mucho gasto y mucha propaganda, pero mirando el conjunto de la Península, está todo muy repartido», explica el arqueólogo Pau de Soto. Otros prínceps como Augusto, Claudio, Vespasiano, Domiciano o Nerva también impulsaron la red de comunicaciones hispana, que destacó por su carácter periférico: resultaba más fácil exportar los productos hasta Roma por el mar que cruzando medio continente.

ELEMENTO DE PROPAGANDA

Además de servir como mecanismo de transporte de bienes y personas, las calzadas se revelaron en una herramienta más para consolidar el domino de Roma. «Las infraestructuras son un elemento político muy importante: los romanos premiaban o penalizaba a territorios construyendo vías o no en función de su postura en los conflictos bélicos», señala el impulsor del proyecto Viator-e. «Roma construía unas infraestructuras muy imponentes no solo por su funcionalidad, sino para demostrar el nivel de conocimiento y los beneficios de estar bajo su gobierno. Era un elemento de propaganda básico».

Pau de Soto también explica que en la actualidad han arraigado algunos mitos sobre las carreteras de la Antigua Roma por culpa de las ficciones, como los cómics de Astérix y Obélix: «Todas las calzadas romanas interurbanas no estaban pavimentadas de piedra, eso es un error tremendamente extendido. Excepto la Vía Apia, el resto no se enlosaban porque los caballos no llevaban herraduras, como mucho se les ataban unas hiposandalias. El mejor firme para ellos era de tierra apisonada, que las convertían en porosas y de grano fino».

Parte de la antes mencionada Vía Augusta, la denominada del interior, es la que pasaba por poblaciones como Laminium, Consabrum, Segobriga, y por supuesto Toletum, y entre algunas de estas poblaciones transcurría paralela al río Guadiana, en lo que ahora es Pago los Cerrillos.

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